viernes, 26 de noviembre de 2010

El séptimo Sello de Ingmar Bergman


Aferrarnos a la vida es nuestro deseo de desafiar a la muerte constantemente. La muerte, sin duda, ha sido un tema que se ha apoderado de muchas obras artísticas que se encargan de cuestionar su trascendencia; ese temor constante de caer en sus brazos. Una de las épocas que más quiso indagar sobre el carácter ontológico de la muerte fue la Edad Media, en la que –a raíz de la peste negra- escritores, artistas, juglares, escultores, entre otros, personificaron a la muerte y la desdibujaron como un ser frívolo y tenebroso que jugaba ajedrez y danzaba con sus víctimas a la hora de morir. Debo decir que uno de los filmes vanguardistas que mejor evidencia al hombre medieval enfrentado a la muerte, a su temor de morir y su constante búsqueda de Dios es El séptimo sello (Det sjunde inseglet) : una película dirigida por el cineasta sueco Ingmar Bergman, llevada a los teatros en 1957.

Galardonada con el Premio Especial del Jurado Cannes en 1957, y el Premio Seminici Espiga de Oro a mejor película en 1960, El séptimo sello trata sobre un caballero sueco llamado Antonius Blovk (Max von Sydow), quien después de participar en las Cruzadas, ha llegado a su país –devastado por la peste- como un hombre perturbado y lleno de dudas. Allí se le presenta la muerte (Bengt Ekerot) para llevarlo consigo, pero el caballero, temeroso de morir, propone un juego de ajedrez y ganar tiempo. Así es como el protagonista busca sin descanso la trascendencia de su propia vida a medida que juega la partida y continúa su camino de regreso a casa. Durante dicho trayecto se encuentra con diversos personajes, tales como una bruja, una procesión de flagelantes, unos juglares, una sordomuda, entre otros, hasta finalmente encontrarse con su esposa, en donde realiza su último movimiento en el tablero de ajedrez y la muerte viene por él.

Es importante recalcar la verosimilitud de la película, pues tanto la escenografía como el vestuario, la música y la ambientación en general juegan un papel esencial en el desarrollo del filme. Definitivamente, la Nueva Ola Francesa (Nouvelle Vague) fue un movimiento que resonó en el mundo occidental, y que dio pie a que filmes como este tuvieran tanta libertad de expresión y de producción fílmica.

Es una excelente película de carácter surrealista y alegórico -que si bien representa la realidad medieval-, evidencia la perpetuación de cuestionamientos profundamente humanos: el temor de morir, la búsqueda de conocimiento trascendental, el verdadero significado de la vida. Es poesía hecha imagen, en la que Bergman logra encarnar y apropiarse de los propósitos de los artistas medievales, para así llevarlos a la pantalla grande. La ambientación lúgubre, los paisajes devastados y frívolos, las escenas crueles y llenas de sufrimiento, son la combinación perfecta para recrear una preocupación universal: la peste, el Juicio Final. En síntesis, es menester tener en cuenta una de las afirmaciones hechas por Bergman a propósito de El séptimo sello:   En mi película el caballero regresa de las Cruzadas, como hoy un soldado regresa de la guerra. En el Medievo los hombres vivían en el temor de la peste. Hoy viven en el temor de la bomba atómica. El Séptimo Sello es una alegoría con un tema muy sencillo: el hombre, su eterna búsqueda de Dios y la muerte como única seguridad”.



Año: 1957
Duración: 96 minutos
País: Suecia
Director/Guión: Ingmar Bergman
Música: Erik Nordgren
Fotografía: Gunnar Fischer (B&W)
Productora: Svensk Filmindustri
Premios: 1957: Cannes: Premio Especial del Jurado (Ex aequo con "Kanal")
1960: Seminci: Espiga de Oro: Mejor película.
Género: drama
  

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